03 de diciembre de 2021 Por: Laura Albarracín Restrepo - Bogotá
Cortesía Archivo Particular
La capital arrastra una deuda histórica con la población en situación de discapacidad. Es cuestión de salir a la calle para notar el mal estado de los andenes, las lozas sueltas en las calles adoquinadas o los puentes peatonales que solo tienen escalones.
¿Se ha detenido a pensar qué pasa con las 458.088 personas con discapacidad que habitan en la ciudad y deben enfrentar todo tipo de retos para movilizarse?
Para Eduardo Frontado, experto en diversidad e inclusión y quien tiene una experiencia de vida particular debido a una parálisis cerebral afirma que hasta entrar a un restaurante puede ser una odisea.
“Cuando tú tienes cualidades distintas, porque a mí no me gusta llamarlo discapacidad, resulta muy difícil porque según un estudio del IDU del 2018, el 48 por ciento de las de los andenes se encuentran en buen estado, pero eso significa que el 52 por ciento de ellos está en muy mal estado y necesita mantenimiento en cuanto a infraestructura”, comenta Frontado.
En su caso, Frontado se moviliza en silla de ruedas y su madre es quien lo acompaña. En muchas ocasiones han tenido que cambiar de rumbo porque un andén es muy alto y no hay rampas cerca para subir o bajar con facilidad.
‘Cuando vamos al cine le cobran a mi mamá toda una fila por mi silla de ruedas’, cuenta Eduardo Frontado, conferencista.
La situación se repite en todo tipo de espacios, desde el transporte público hasta restaurantes y sitios de entretenimiento.
“Es muy difícil, por ejemplo, ir al baño. Es muy difícil ir al cine. Es difícil desarrollar una vida cuando los espacios no están pensados ni adaptados para ti”, asegura el conferencista.
Además de las dificultades mencionadas, las personas que viven con algún tipo de discapacidad tienen mayor dificultad para acceder a oferta educativa y laboral.
“Nosotros nos tenemos que enfrentar a retos sociales, laborales y de movilidad. Aunque hay más de una ley no podemos quedarnos ahí. Hay que hacer un trabajo muy fuerte a nivel cultural, a nivel de conciencia ciudadana, para entender que lo distinto es lo que nos une”, señala Frontado.
Para él, la discriminación o segregación de esta población viene de prejuicios o de ignorancia, pero verlos como personas con habilidades diferentes representaría un avance social.
“¿Por qué nosotros, como personas con habilidades distintas, no podemos ser entrenados? A muy pocas personas les llega el convenio de las TIC, por ejemplo. Y no debemos ser sometidas al cuarto del loco”, concluye el experto.
Según el Observatorio Poblacional Diferencial, Kennedy es la localidad en la que viven más personas con discapacidad.
En Bogotá existen 458.088 personas con discapacidad. De ellas, el 56,6 % son mujeres y el 43,4 % son hombres.
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