17 de diciembre de 2018 Por: Alejandra Acosta Ladino Especial para ADN
James Alzate /adn
“Oh, Jesús, sé nuestro parcero en esta aventura, y… si las fuerzas se gastan, impúlsanos; si alguien se casa, acompáñanos; si la bicicleta se vara, auxílianos; si perdemos el camino, guíanos; si aparecen ladrones, aléjanos; y si pensamos en bajarnos, recuérdanos que rendirse no es una opción”, así dice un fragmento de la oración creada por el fraile dominico Rodrigo Rivero Gutiérrez, quien aparte de rezar se convirtió en un fiel apasionado a la ‘bici’.
Desde que el padre Rodrigo era pequeño encontró en el deporte y la oración un refugio ante las situaciones que su familia tuvo que vivir por culpa de la violencia.
Hace 3 años volvió a Bogotá después de un recorrido por diferentes lugares del país y del mundo. Hizo parte de varios colectivos de bicicletas, pero hace un año y medio conoció al grupo ‘Parceros MTB’ con quienes hace recorridos por veredas alrededor de la ciudad y donde instituyó la oración como acto principal antes de cualquier recorrido.
“Me gustan los ‘Parceros’ porque tienen compromiso social, una de las rutas que me ha gustado es la travesía por la niñez, donde siempre recogemos regalos y se los damos a los niños. Hace poquito hicimos la cuarta travesía por la niñez donde repartimos 170 bicicletas a niños de la vereda del Verjón”, contó el padre Rodrigo.
Lo que más le gusta a este sacerdote en estos eventos es la sonrisa con la que los ciclistas dan los regalos y con la que lo niños la reciben, “esta clase de actos muestran que dar es mejor que recibir”, afirmó.
Estos espacios para él son una oportunidad para evangelizar a jóvenes y adultos que ya no asisten a la iglesia, por eso su comunidad apoya todo su proceso con la bicicleta.
El acompañamiento de Rodrigo no solo es deportivo, también es espiritual. Muchos de los ciclistas buscan en él un apoyo ante sus problemas, enfermedades o para que él les realice algún sacramento en la iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá en Chapinero en donde está actualmente.
“Mi acompañamiento es diario, cuando se muere algún familiar de algún miembro del grupo, todos nos reunimos. Esto es más que un colectivo para hacer deporte es una familia”, mencionó.
Así como el fraile Rodrigo hay otros sacerdotes que a partir de la danza, la cultura o desde las obras sociales evangelizan a la gente que ya no asiste a la iglesia, “es como el dicho, si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña, es lo mismo que hacemos los sacerdotes jóvenes”, dijo.
Llegó a la orden dominicana a los 17 años, lugar donde siempre le enseñaban a cultivar el deporte “Allí no solo te cultivan tu parte espiritual y académica, era una formación integral. Acá empecé mi amor por el fútbol”, mencionó el fraile recordando sus años de formación.
En toda su vida sacerdotal lo enviaron a diferentes lugares de Colombia y otros países, donde ayudaba a las personas más vulnerables. En un viaje por Irlanda estudió una maestría y dirigía la misa en español, después de la eucaristía hacia partidos con colombianos, se llamaban ‘Colombia contra el resto del mundo’.
En un partido contra paraguayos sufrió ruptura de ligamento cruzado y menisco, en su regreso al país se operó. “Después de la operación el médico me dijo que me olvidará del fútbol o cualquier deporte de contacto y en ese momento me acordé de mi niñez en Bucaramanga cuando practiqué bicicross, en ese momento volvió mi amor por la bicicleta”.
Regístrese al boletín de ADN a través del siguiente enlace.